Biografía
Emperador de Austria y
rey de Hungría nacido el 18 de agosto de 1830 en el palacio de Schonbrunn, en
Viena y muerto el 21 de noviembre de 1916 en la misma ciudad. Fue el hijo
primogénito del archiduque Francisco Carlos, hermano y heredero del emperador de
Austria Fernando I
y de la archiduquesa Sofía, hija de Maximiliano I de Baviera. Durante sesenta y
ocho años dirigió los designios del Imperio austríaco.
Debido a que su padre
había renunciado a sus derechos sucesorios al trono imperial, Francisco José
fue declarado emperador cuando Fernando se vio obligado a abdicar el 2 de
diciembre de 1848, durante la revolución de 1848. Elevado al trono en una
difícil coyuntura histórica de nacionalismos exacerbados en el centro y
mediodía de Europa, el joven emperador hubo de enfrentarse con las revueltas de
sus dominios en Hungría e Italia. Inmediatamente después de hacerse con el
trono imperial Francisco José se preocupó de restablecer el orden en el Imperio
y la supremacía austríaca sobre la confederación alemana, para lo cual contó
con la inestimable ayuda de su canciller, Felix, príncipe de Schwarzenberg, y
con el apoyo de Rusia. Con la colaboración del canciller Schwarzenberg
instituyó un régimen fuertemente autoritario y centralizado que motivó el
descontento de los pueblos periféricos y el fortalecimiento de las fuerzas
centrífugas que desde hacía tiempo minaban el corazón del Imperio.
Con Francisco José el
imperio atravesó por un período de fuerte absolutismo y centralismo. Las
medidas de reajuste impulsadas por el emperador se pudieron poner en marcha
gracias a dos circunstancias; por un lado, la indiferencia política del
campesinado que había logrado satisfacciones territoriales importantes y, de
otro, el aprovechamiento de las disputas que se extendían entre las distintas
nacionalidades, incapaces de confiar las unas en las otras. Todas estas
circunstancias permitieron el establecimiento de un Estado con una constitución
centralizadora, con un poder autoritario, que permitía dominar a las
nacionalidades.
Su primer gran éxito al
frente del imperio llegó al año de su coronación, en 1849. Con la ayuda de las
tropas rusas, Hungría quedó sojuzgada al poder de Francisco José, también
fueron dominados los insurgentes italianos. Esto hizo crecer las esperanzas
sobre un resurgir del Imperio y sobre la grandeza de Francisco José, pero
pronto los graves conflictos tanto internacionales como nacionales dejaron ver
la realidad de un Imperio en crisis incapaz de hacer frente al auge de los
nacionalismos centroeuropeos.
En 1850, Austria se
tuvo que enfrentar a las iniciativas prusianas que fracasaron en Olmüzt. Sin
embargo, el éxito de la unión aduanera, Zollverein, puesta en marcha
entre Prusia y el resto de principados alemanes, que excluyó a Austria, fue un
durísimo golpe económico para una economía atrasada y eminentemente agraria, en
la cual los intercambios comerciales se habían establecido primordialmente con
estos Estados alemanes.
En 1854, después de un romántico noviazgo que ha creado todo un mito popular, contrajo matrimonio con Isabel de Wittelsbach (popularmente conocida como Sissi), la menor de las hijas del duque Maximiliano de Baviera. Con ella tuvo un hijo y tres hijas: Sofía nacida en 1855 y que murió a la temprana edad de dos años; la archiduquesa Gisela nacida en 1856; el príncipe heredero Rodolfo que nació en 1858 y la archiduquesa María Valeria nacida en 1868. El mismo año de su boda se produjo el estallido de la Guerra de Crimea (1853-1856). Rusia pidió su apoyo a Austria a lo que Francisco José se negó, esto motivó que las excelentes relaciones que hasta ese momento habían existido entre ambas potencias, se enturbiasen. La incapacidad demostrada por Austria para intervenir en dicho conflicto defraudó enormemente las expectativas de ingleses y franceses, por un lado, y por otro suscitó los recelos de Rusia, que había esperado una actuación más favorable a sus intereses. Todas las potencias se sintieron traicionadas por la forma de actuar del emperador, el cual realmente no pudo actuar de otra manera dados sus problemas internos.
En 1854, después de un romántico noviazgo que ha creado todo un mito popular, contrajo matrimonio con Isabel de Wittelsbach (popularmente conocida como Sissi), la menor de las hijas del duque Maximiliano de Baviera. Con ella tuvo un hijo y tres hijas: Sofía nacida en 1855 y que murió a la temprana edad de dos años; la archiduquesa Gisela nacida en 1856; el príncipe heredero Rodolfo que nació en 1858 y la archiduquesa María Valeria nacida en 1868. El mismo año de su boda se produjo el estallido de la Guerra de Crimea (1853-1856). Rusia pidió su apoyo a Austria a lo que Francisco José se negó, esto motivó que las excelentes relaciones que hasta ese momento habían existido entre ambas potencias, se enturbiasen. La incapacidad demostrada por Austria para intervenir en dicho conflicto defraudó enormemente las expectativas de ingleses y franceses, por un lado, y por otro suscitó los recelos de Rusia, que había esperado una actuación más favorable a sus intereses. Todas las potencias se sintieron traicionadas por la forma de actuar del emperador, el cual realmente no pudo actuar de otra manera dados sus problemas internos.
En 1859, al exigir
Austria el desarme del Piamonte, se agudizó la crisis italiana que finalmente
desembocó en una guerra abierta. Los insurgentes italianos apoyados por Francia
lograron conquistar Lombardía y los austríacos fueron derrotados en Solferino
por las tropas franco-italianas. Tras la dura derrota en Italia Francisco José
intentó reforzar el poder austríaco en el interior de Alemania, para lo que
llevó al extremo su política centralista. En 1864, Austria fue derrotada en la
llamada Guerra de los ducados, en la cual se enfrentó a Prusia por los
ducados de Schleswig-Holstein. En 1866 los sueños de Francisco José se
hundieron ya que la cuestión de la hegemonía alemana quedó resuelta a favor de
Prusia en el campo de batalla de Sadowa, momento en el que Austria fue
expulsada de la Confederación Germánica; Austria, por añadidura, hubo de ceder
Venecia a Italia. Tras la derrota de Sadowa la Confederación Germánica fue
disuelta y sustituida por la Confederación Alemana del Norte. Perdidos los
territorios italianos y la posibilidad de protagonizar la unificación alemana
al haber pasado la hegemonía a Prusia, Francisco José perdió además sus
teóricos derechos sobre Hungría, ya que estos se basaban en la teoría de la
ascendencia germánica, por lo que el emperador no tuvo otro remedio que revisar
sus relaciones con este territorio.
Desde los años sesenta,
el descontento de las distintas nacionalidades y las sucesivas derrotas
provocaron la debilidad del imperio austriaco, lo que derivó en una
modificación de la política interior. En virtud del Compromiso o Ausgleich
de 1867, impulsado por Ferenc Deák,
nació el Estado austro-húngaro y en junio de ese año, Francisco José y su
esposa Isabel fueron coronados en Budapest con la corona de san Esteban como
reyes de Hungría. Con el Compromiso Francisco José pretendió solucionar
los graves problemas que hacían debilitarse desde hacía mucho tiempo las
fuerzas de su imperio, debido a la gran extensión territorial y a las múltiples
nacionalidades emergentes en su seno.
El imperio
Austro-Húngaro, vigente hasta 1918, fue creado como una entidad dualista
surgida del Compromiso o Ausgleich de 1867. Francisco José
reconocía el status de Hungría y aceptaba ser coronado como su rey. El
emperador austríaco pasó a ejercer el poder ejecutivo en Hungría, asistido por
un ministro húngaro. Los ministerios de Asuntos Exteriores, Guerra y Finanzas
permanecieron comunes a los dos Estados. La división territorial quedó fijada
en el río Leitha; al oeste estaba el imperio austriaco, o Cisleithania, y al
este el reino de Hungría, o Transleithania. Los dos Estados se encontraban
unidos por la figura de Francisco José, emperador de Austria y rey de Hungría.
Francisco José controlaba totalmente la política exterior gracias al
mantenimiento de un ministerio común; a su vez, siguió controlando las tropas
del ejército imperial y del ejército real, aunque las guardias nacionales
estuviesen bajo jurisdicción parlamentaria; y, lo más importante, al controlar
la Hacienda, controló los fondos que ésta proporcionaba a los otros
ministerios.
Francisco José supo
hacerse con el apoyo de las fuerzas tradicionalistas del imperio, la iglesia,
el ejército, la policía y la burocracia, lo que le permitió mantener el
gobierno aún a costa de ejercerlo por medio de decretos. Los incipientes
partidos políticos, tanto el Partido centralista alemán, que representaba a la
burguesía de las grandes ciudades, como el Partido federalista católico,
representante de la aristocracia, no fueron capaces de dar una solución al
conflicto nacionalista que desgarraba Austrio-Hungría, por lo que carecieron de
la necesaria representación social para poder hacer frente a los deseos del
emperador. Amplios sectores de la población no se sentían reflejados en los
partidos políticos tradicionales. En Bohemia nació el Partido nacional checo,
que exigía un trato similar al de Hungría, esto es, una suerte de confederación
de Estados en la que se reconociese su soberanía a semejanza de lo ocurrido en
Hungría con la coronación del emperador como soberano; pero jamás se tuvieron
en cuenta sus reivindicaciones.
Francisco José en un
intento de calmar los ánimos de los independentistas adoptó una serie de
medidas tendentes a suavizar el centralismo absolutista que había caracterizado
su reinado hasta el momento, la más importante de las cuales fue el
establecimiento del sufragio universal en 1906, pero lejos de servir de freno al
nacionalismo, el debate político y la mayor participación de la ciudadanía en
los aspectos públicos radicalizó aún más la situación.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjb7Iu9NDgFybJu3855iBiv_4CtG4pIBCciUHm6Hwg7vqa3gjsG8dwayxciFE-6PzUABxUFLz6ZCsocGlkJ65Xz9T5hJVyoXussO7hxaWpuhaJADIXvv9Gc1mu3uf6RPfIRo7YxdFOpftQ/s320/franz1.jpg)
El canciller alemán
trató por todos los medios posibles de limar las diferencias entre Rusia y
Austria, ya que un enfrentamiento entre ambas acabaría con el formidable
sistema de alianzas que él había forjado. Pero pese a los continuos esfuerzos
de Bismarck, las relaciones entre el zar y Francisco José se deterioraron de
modo muy alarmante ante el conflicto que enfrentó a los rusos y los turcos en
los Balcanes en 1877 (véase: Guerras ruso-turcas).
La nueva crisis de
Oriente estalló el 1 de agosto del año 1875, en Bosnia-Herzegovina, con la
insurrección de las poblaciones cristianas. En mayo del año 1876, los
disturbios alcanzaron el territorio búlgaro y la represión fue tal que Serbia y
Montenegro declararon la guerra al Imperio Otomano. En esos momentos a
Austria-Hungría le interesaba establecer su influencia definitiva sobre de
Bosnia-Herzegovina, vigilar la ruta de Salónica y, por último, hacerse con el
Sandjak de Novibazar, territorio turco entre Serbia y Montenegro. Pero, sin
lugar a dudas, lo que más le preocupaba era la posibilidad de una expansión del
nacionalismo serbio en la zona, así como frenar las actividades paneslavista de
Rusia en los Balcanes. Aún así, Francisco José no excluyó la posibilidad de
emprender una acción conjunta con Rusia para tratar un eventual reparto de
influencias. El Reino Unido por su parte, que también tenía intereses en la
zona, era partidario de mantener a toda costa la integridad territorial del
Imperio Otomano como garantía de control sobre el creciente expansionismo ruso.
Rusia, por su parte, encontró en aquella crisis la ocasión que tanto estaba
buscando de debilitar al Imperio Otomano y consolidar su influencia sobre las
poblaciones eslavas de la península de los Balcanes y, de esa manera, acceder
al Mediterráneo. Pero debía esperar la oposición frontal de Austria-Hungría y de
Inglaterra. Finalmente, con la total oposición de Francisco José, el zar
Alejandro II declaró la guerra al Imperio Otomano. El 3 de marzo de 1878 se
firmó el Tratado de San Stefano por el que se ponía fin al conflicto. Rusia
exigió unas durísimas condiciones al Imperio Otomano que provocaron la alarma
del resto de las potencias de la zona, sobre todo de Austro-Hungría, que ante
el aumento de poder de Rusia veía peligrar su propia integridad territorial.
Debido a la alarma
producida por el Tratado de San Stefano, entre el 13 de junio y el 13 de julio
del año 1878 se reunieron en Berlín los países directamente implicados en el
conflicto. Dicha reunión es conocida historiográficamente como el Congreso de
Berlín. Acudieron representantes de Alemania, Rusia, Austria-Hungría,
Inglaterra, Francia, Italia y el Imperio Otomano. Se acordó dividir la Gran
Bulgaria en dos partes: la situada al norte de los Balcanes, y la del sur, que
conformó la provincia otomana de Rumelia oriental. Austria-Hungría ocupó
Bosnia-Herzegovina y Novi Pazar. Rumanía fue reconocida como Estado
independiente, al igual que Serbia y Montenegro. Por su parte, el Reino Unido
se hizo con el dominio de la estratégica isla de Chipre. El gran perjudicado
fue el Imperio Otomano, ya que perdió la mayoría de sus territorios europeos.
Austria-Hungría salió bastante beneficiada del Congreso, lo que podía crear un
espejismo sobre su poder real, ya que la suerte de Austria-Hungría no se debió
a su peso en política internacional, ni a su poder como potencia de primer
orden, situaciones ambas que ya hacía tiempo que habían dejado de darse, sino
que fue fruto de la política de pactos y equilibrios realizada en esos años por
las grandes potencias europeas, Alemania y Reino Unido principalmente.
Al concluir el Congreso
de Berlín el 13 de julio de 1878, el zar Alejandro III, enormemente enfadado
por los resultados del mismo, dio por muerta la Liga de los Tres Emperadores.
En política interna
trató de conceder un cierto autogobierno a los eslavos de Austria, pero no lo
logró debido a la oposición de la elite alemana y húngara que controlaba la
nueva monarquía austro-húngara. Los problemas de Francisco José se vieron
agravados con el creciente descontento de sus súbditos checos y serbios, lo que
minó aún más la autoridad de los Habsburgo e incrementó las fricciones con
Rusia.
A partir de 1880
Francisco José, consciente de la tremenda debilidad militar de Austria frente a
las potencias europeas vecinas, encaminó sus esfuerzos al establecimiento de
pactos defensivos con todas aquellas naciones con las que pudiera entrar en
conflicto por algún territorio. Esta política se vio agudizada ante el temor,
casi convertido en pánico, de un posible ataque de Rusia. Con este objetivo
Francisco José firmó acuerdos con Serbia (1881) y Rumanía (1883), y firmó su
adhesión a la Triple Alianza de 1882, la integración austriaca estuvo
directamente impulsada por Alemania. La adhesión a la Triple Alianza venía a
reconocer de forma implícita la superioridad de Alemania y su hegemonía en centro
Europa.
La situación interna no
era mucho mejor. Desde la clase dirigente de Hungría se criticaba abiertamente
la política exterior de Francisco José, el pueblo se hallaba descontento y la
amenaza de una revolución era latente. Francisco José respondió a estos
acontecimientos declarando la ley marcial en Hungría, lo que significó un duro
golpe para la viabilidad del Estado austro-húngaro, que estuvo muy cerca de
disolverse debido a las fuertes tensiones centrífugas. Entre 1903 y 1906,
Austria-Hungría se encontró al borde del abismo. Los húngaros exigían una serie
de concesiones absolutamente desorbitadas para lo que el emperador podía
permitir, lo que obligó a este a amenazar a la clase dirigente húngara con la
implantación del sufragio universal también en el reino húngaro. El sufragio
universal supondría para la clase dirigente la pérdida casi segura de su
posición, ya que ésta se basaba en la clase social y no en la elección, y por
otro lado, la convocatoria de unas elecciones con sufragio universal podría
suponer la derrota magiar.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0cUAS5YTrZJDFQpm-KhBOUTOT-S53rQdqHf22pOphHhTakYLa344WGi2dxkcpXbEoXGRp-vYhaxgCsucBmuxITM4o4LQNkJ5M6EzW5wnydjx-iFM8TPTxGXWsshO2O3udauQpF5aCrtU/s400/franz2.jpg)
En 1908 Francisco José
llevó a cabo la definitiva anexión de Bosnia-Herzegovina, pese a la rotunda
oposición de Rusia a este respecto. Esto supuso efectivamente la ruptura total
con el país de los zares. La anexión provocó una serie de tensiones entre los
pueblos balcánicos que finalmente desembocaron en el asesinato en Sarajevo, a
manos del joven anarquista servio Gavrilo Prinzip,
de su sobrino y heredero, el archiduque Francisco Fernando,
el cual había sido proclamado heredero al trono a la muerte de Rodolfo. El
regicidio tuvo lugar en el transcurso de una visita oficial del archiduque a
Bosnia-Herzegovina, el día 28 junio de 1914. El asesinato del archiduque
Francisco Fernando provocó una crisis internacional en la que se vieron
envueltas en un primer momento Austria-Hungría y Alemania, por un lado, y el de
Serbia y Rusia, por el otro, y que posteriormente se extendió a terceros países
y que fue el acontecimiento que marcó en inicio de la Primera Guerra Mundial.
El 19 de febrero de
1912, el emperador había nombrado al conde de Berchtold
ministro de Asuntos Exteriores para suceder al conde Aloïs Lexa von
Aehrenthal. El nuevo ministro era un hombre presuntuoso y amante de
la buena vida, considerado en su época como poco inteligente y de carácter
voluble y que carecía del apoyo de la clase política. Su intransigencia y falta
de visión política precipitaron los acontecimientos de 1914 y la desintegración
del imperio austro-húngaro. El nuevo ministro se dejó influenciar por el jefe
del Estado Mayor, el conde Franz Conrad von Hötzendorff. Éste abogaba por una
política dura e intransigente frente a los nacionalismos y la amenaza de Rusia
en los Balcanes. Siguiendo esta política, durante la primera Guerra de los
Balcanes, entre octubre y diciembre de 1912, defendió a toda costa el
mantenimiento del reparto territorial de la región. El temor a la creación de
una nueva liga balcánica bajo los auspicios de Rusia aterrorizó desde ese año
al Imperio, que asistió al reparto de los territorios del Imperio Otomano en la
región balcánica y temió ser objeto de una acción similar.
Francisco José falleció
en el transcurso de la Primera Guerra Mundial y fue sucedido por Carlos I,
el último emperador de la vieja familia Habsburgo.
Tras la Guerra Mundial el Imperio Austro-Húngaro fue desmantelado, finalizando
de este modo la historia de la dinastía europea que se había mantenido
ininterrumpidamente en el poder durante más tiempo.
Fuente: MCN Biografías.Fotos: Retratos de la historia.